jueves, 20 de agosto de 2015

Fiestas en Honor a la Mare de Deu del Castell 2015

            Saluda del Sr. Rector

Muy queridos hijos de Corbera,
nos acercamos ya, un año más, a vivir con gozo las próximas fiestas en honor a nuestra patrona, la Mare de Déu del Castell. En el 2015, celebramos la efeméride del XX Aniversario de la restauración de su imagen, mientras que el papa Francisco nos invita a preparar con intensidad el Año Jubilar Extraordinario dedicado a la Misericordia, el cual se iniciará el próximo 8 de diciembre.

La palabra Misericordia, que revela un sorprendente significado etimológico –ya que procede del latín ‘misere’ (miseria, pero también necesidad), ‘cor, cordis’ (corazón) e ‘ia’ (hacia los demás)–, la usamos para referirnos a la disposición permanente de Dios hacia, para y con el hombre: el padre celestial se compadece de nuestras miserias y quiere siempre transformarlas con su Gracia.

Por otro lado, ella, la Virgen María, la Mare de Déu del Castell es «Mater misericordiae» (madre de misericordia), la cual mira y acude ante su hijo con palabras de intercesión por y para cada uno de nosotros. Esta expresión, que recitamos cada vez que rezamos la Salve, nos recuerda que ella es la Virgen Madre y el puente para llegar a Cristo, el cual es fuente y pozo infinito de Misericordia. Además, «María atestigua que la misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a todos sin excluir a ninguno» (MV24).

En esta misma oración de la Salve, pedimos a la Virgen: «vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos». De hecho, sentimos y compartimos con fe la mirada de la Virgen como una mirada de Madre: es una mirada de misericordia y perdón, de consuelo y esperanza. Una madre no soporta el sufrimiento de sus hijos; se entrega ella misma y se dona para aliviar las aflicciones de todos y cada uno de ellos.  

Así es la Mare de Déu del Castell para cada hijo de Corbera. Acudimos a su mirada, a su amparo y protección, aunque algunas veces es más lo que pedimos que lo que le agradecemos. Pero ella siempre está ahí, al pie de nuestra propia cruz, para acompañarnos y consolarnos. Merece la pena recordar siempre el amor de nuestra madre, con quien nos corresponde festejarlo, ya que ella no se olvida de nosotros.

Con mi entrañable deseo que el futuro sea un tiempo de reconciliación y renovación para todos, espero que Corbera, agraciada Villa de impecable Honor, pueda vivir estas fiestas con felicidad, desde la misericordia que nos anuncia la Virgen y que es Cristo.

Con mi afecto y bendición,