
Nos encontramos en tiempos muy
difíciles, en los cuales no solamente nos hallamos ante la indiferencia
religiosa, sino algo mucho más profundo, indiferencia frente a Dios, lo cual
hace más difícil el terreno para una nueva evangelización. Los actos que os
disponéis a preparar deben llevarnos a todos a reconocer y renovar nuestra
entrega y amor a la Virgen María, ayudando a otros a dirigir su mirada a Ella.
Los hombres y mujeres de nuestro tiempo,
tienen otros intereses y muchos ponen las cosas por encima de las personas, sus
ideas por arriba del bien común, y tantas cosas más. Sin embargo Dios no es una
idea, ni una cosa, es una persona concreta que … se encarnó en el seno de la Virgen María y se hizo hombre…,
prueba que enaltece y engrandece nuestra fe y nos invita a vivir aferrados a la
esperanza, pues Dios vino a nosotros para amarnos y salvarnos, a través del Sí
de María.
En este tiempo del Adviento, la Virgen
María se nos presenta como estrella de esperanza, y se nos invita a dirigir nuestra mirada al
rostro dulce y sencillo de María, confiados en que Ella nos lleva a su hijo, pues
quien sabe esperar, sabe creer y amar a aquel a quien Ella lleva en su vientre
y es el …Hijo de Dios.... María nos invita
a que nuestra esperanza sea firme como la
roca, que nos aliente en las adversidades de nuestro tiempo, que sobrepase
toda tempestad, que nos ayude a descubrir la verdad del
hombre, que no es otra, que la de sentirse amado por Dios, que solo tiene un
deseo, que el hombre se salve y encuentre la felicidad.
La Solemnidad de
la Inmaculada Concepción de la Virgen María del próximo 8 de diciembre, debe
llevarnos a ver en María, el camino seguro para conocer a Dios nuestro Padre, a
través de su Hijo Jesucristo. Todo ello se hace concreto en nuestra propia
historia personal, en nuestra vida diaria, en nuestro trabajo y estudio, no hay
que tener miedo a ser cristiano, y ser hijo de María. El testimonio es algo vital,
nuestra vida debe ser distinta a otros, nuestro hacer y caridad, dan la prueba
que conocemos a Dios y él nos conoce y nos convierte en semillas de su Reino.
Os deseo a vosotras y a todos los que
participáis de esta Solemnidad, el poder encontrar el aliento y la fuerza en
María, que como faro alumbra nuestra esperanza.