Saludo del Sr. Rector
Muy queridos Clavarios de los Santos Vicentes, queridos grupos parroquiales
y pueblo de Corbera. Celebramos estas fiestas en el marco del VI Centenario de
la muerte de San Vicente Ferrer, para lo que la Santa Sede concedió un Año Jubilar
Vicentino que empezó el pasado mes de abril del 2018 y culminara el 29 de abril de este año.
Este tiempo que la Iglesia nos regala, nos debe servir para conocer más y
mejor la vida interior de uno de los santos Valencianos más destacados. También
se nos invita a visitar los lugares donde aconteció parte de la vida de San Vicente, por lo que en nuestra diócesis
se nombraron varias iglesias y lugares para alcanzar las indulgencias que nos trae
este Año de gracia Vicentino, con la debida preparación y cumplimiento los
requisitos propios para lucrarlas.
Pero ¿qué destacar
a los largo de este año del “santo más
valenciano y del valenciano más santo”, como le llaman algunos?, son muchas las
palabras, hechos y ejemplos que deben
ayudarnos a través de Él a consolidar nuestro camino hacia la santidad.
Indudablemente san Vicente Ferrer, fue escogido por Dios, pero él respondió
generosamente a su llamada sembrando sin descanso el Evangelio sobre la árida
cristiandad, buscando la salvación de sus almas, aridez que hoy viven las
gentes de nuestros pueblos que parece que estuvieran escondidos de la mira de
Dios y de su palabra (Gn 3,10).
San Vicente, en sus predicaciones – que duraban más de dos horas – tocaba
muchos temas, pero los más frecuentes giraban en torno a las malas costumbres,
que como él decía, son la causa de todos los males. También invita a recibir
con frecuencia el sacramento de la confesión y
de la comunión, recordaba a su vez la proximidad de la muerte y la
severidad del juicio de Dios, del cielo y del infierno. Sus oyentes no se
cansaban de escucharlo, en muchas ocasiones había que suspender el sermón a
causa de los gritos de la gente pidiendo perdón a Dios. No le agradaba
persuadir a sus oyentes con palabras rebuscadas, como lo hacían muchos que no
convertían a nadie, no le interesaba lucirse, sino convertir a los pecadores a
Dios. Las multitudes se apiñaban para escucharle donde fuera. Por esta razón
tenía que predicar en campos abiertos, porque la gente no cavia en las
iglesias. Su voz sonora, poderosa y llena de tantos matices permitían
entenderle desde lejos.
La vida de los santos no es solo para conocerla, sino para comunicarla, y
aprender de ella; este gran santo en
este año de gracia, nos motiva por su
cercanía, a saber apostar nuestra vida por Cristo, quien nos trae verdadera
felicidad y alegría, la cual no podemos guardarla para nosotros, sino que
debemos compartirla con nuestros hermanos, allí donde Dios nos ha sembrado.
Deseo
a todo el pueblo de Corbera unas felices fiestas de los Santos Vicentes, que
ellos nos alienten, para no acallar la voz de Dios, que sigue brillando y
resplandeciendo en la vida de cada creyente. Con mi afecto de pastor,
Vuestro Párroco