Corbera, abril de 2017
Queridos
hijos de Corbera, iniciamos el pasado mes de marzo el tiempo de cuaresma, tiempo
especial para preparar y disponer nuestro corazón a la celebración anual de los
misterios pascuales la pasión, muerte y resurrección del Señor, los cuales
alimentan nuestra vida y renuevan todo nuestro actuar, lanzándonos a sentir la
alegría de vivir y experimentar nuestra fe.
Durante
este curso vamos iluminando nuestra vida espiritual bajo la guía de las palabras
de la segunda carta del San Pablo a Timoteo “Renueva
el don de Dios que hay en ti” (1,6a), la renovación de nuestra vida es de
vital importancia para seguir nuestro camino hacia el encuentro con nuestro
Padre Dios y la cuaresma nos ha dado elementos como el ayuno, la limosna y la
oración, muriendo a nuestros apegos, pensando en los demás, para que lo
busquemos solo a Él. La renovación como vemos debe empezar desde lo profundo de
nuestro corazón, tal como os recordaba en el retiro al inicio de la cuaresma.
El hombre
de nuestro tiempo vive más preocupado en el tener que en el ser, alejándose de
Dios y apagando su fuego interior, ya no nos apasionamos con nada trascendente,
y mucho menos queremos compromisos que quiten nuestros tiempos de descanso o
esparcimiento, ¿qué nos pasa?, ¿por qué estamos desganados en la vida, en
nuestro entorno, en nuestra fe?.
Nuestro
deseo muchas veces ha sido transformar el mundo, aunarlo, viviendo en fraternidad
y hermandad, donde la verdad y la justicia sean nuestros emblemas, pero nuestro
egoísmo mezquino, nos hace poner barreras, muros, donde solo nos deja mirarnos
a nosotros y nos hace ciegos frente a nuestros hermanos, que pueden ser mi
familia, mis amigos, mis compañeros con quienes tengo el mismo proyecto “buscar el Reino de Dios y su justicia”.
Renovarse
implica pasar por el fuego del amor del Señor, que purifica, limpia y embellece
la vida del hombre que se deja amar por Él y es su misericordia. La invitación
es dejarnos encender el alma con la luz del Señor que es su perdón, dejando de
lado toda clase de resistencias, pues muchas veces no queremos dejar, ni soltar
todo aquello que va escondiendo la verdad de nuestro Ser.
Vivir
anualmente y paso a paso el Misterio de nuestra Redención, nos permite sacar
fuego de las cenizas, encender la vida, y ayudar a otros a que encuentren sus
dones, a sentirnos don para el otro como nos recordaba el Papa Francisco, pues
compartimos una única fe que nos hace hermanos, pues no es una elección, Dios
me regala al otro como mi hermano, para caminar y crecer juntos, para
perdonarnos y descubrir en cada uno las maravillas de Dios.
Os deseo a
todos unas felices fiestas pascuales, buscad el fuego y la luz que hay en
vosotros e iluminad el mundo!.
Vuestro Párroco