Saluda del Sr. Rector
Muy queridos hijos de Corbera,
nos acercamos ya, un año más, a vivir
con gozo las próximas fiestas en honor a nuestra patrona, la Mare de Déu del Castell. En el 2015,
celebramos la efeméride del XX Aniversario de la restauración de su imagen, mientras
que el papa Francisco nos invita a preparar con intensidad el Año Jubilar Extraordinario
dedicado a la Misericordia, el cual se iniciará el próximo 8 de diciembre.
La palabra
Misericordia, que revela un sorprendente significado etimológico –ya que
procede del latín ‘misere’ (miseria, pero también necesidad), ‘cor, cordis’
(corazón) e ‘ia’ (hacia los demás)–, la usamos para referirnos a la disposición permanente de Dios hacia, para y con el
hombre: el padre celestial se compadece de nuestras miserias y quiere siempre
transformarlas con su Gracia.
Por otro lado, ella,
la Virgen María, la Mare de Déu del
Castell es «Mater misericordiae» (madre de misericordia), la cual mira y
acude ante su hijo con palabras de intercesión por y para cada uno de nosotros.
Esta expresión, que recitamos cada vez que rezamos la Salve, nos recuerda que ella es la Virgen Madre y el puente para
llegar a Cristo, el cual es fuente y pozo infinito de Misericordia. Además, «María
atestigua que la misericordia del Hijo de Dios no conoce límites y alcanza a
todos sin excluir a ninguno» (MV24).
En esta misma oración
de la Salve, pedimos a la Virgen: «vuelve
a nosotros tus ojos misericordiosos». De hecho, sentimos y compartimos con fe la
mirada de la Virgen como una mirada de Madre: es una mirada de misericordia y perdón,
de consuelo y esperanza. Una madre no soporta el sufrimiento de sus hijos; se
entrega ella misma y se dona para aliviar las aflicciones de todos y cada uno
de ellos.
Así es la Mare de Déu del Castell para cada hijo
de Corbera. Acudimos a su mirada, a su amparo y protección, aunque algunas
veces es más lo que pedimos que lo que le agradecemos. Pero ella siempre está ahí,
al pie de nuestra propia cruz, para acompañarnos y consolarnos. Merece la pena
recordar siempre el amor de nuestra madre, con quien nos corresponde
festejarlo, ya que ella no se olvida de nosotros.
Con mi entrañable
deseo que el futuro sea un tiempo de reconciliación y renovación para todos, espero
que Corbera, agraciada Villa de impecable Honor, pueda vivir estas fiestas con felicidad,
desde la misericordia que nos anuncia la Virgen y que es
Cristo.
Con mi afecto y
bendición,