Queridos amigos, iniciamos este tiempo cuaresmal, en el que la Iglesia nos invita como cada año a redirigir
nuestros pasos a Dios, dejándonos mover por las palabras: «Convierte y Cree en el Evangelio».
El papa Francisco, en su mensaje cuaresmal
nos afirma que: «cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos
olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás)» esta actitud de
indiferencia frente al hermano dice el Papa, ha alcanzado una dimensión global. Podríamos decir que el egoísmo se ha centralizado en nuestra vida de una manera
escandalosa y visible, pues parece que da igual el sufrimiento y el dolor del otro
mientras no toque a mis puertas.
La cuaresma tiene una doble
dimensión, mi encuentro personal con el Señor, volver nuestros pasos a Él y la
reconciliación con nuestro hermano, que no es otra cosa que dejarme abatir por
el amor del Señor y comunicarlo sin medida a todos. Para ello la Iglesia nos invita a acentuar
la oración, la limosna, el ayuno y la penitencia, como medios para el encuentro
intimo y personal con el Señor, quien lleno de ternura no es indiferente a
nuestro pecado, sino que desea transformarlo en una vida llena de su gracia.
Que este tiempo privilegiado del amor de Dios, sea aprovechado en todo y para todos.
Que este tiempo privilegiado del amor de Dios, sea aprovechado en todo y para todos.