Saluda del Rector
Queridos hijos de Corbera, en estas mis primeras fiestas con vosotros, es importante dejarme impregnar por vuestra devoción a la Mare de Déu del Castell, para así conocer y comprender el amor y respeto que os mueve a invocarla como Madre nuestra.
Las fiestas de la Mare de Déu cambian nuestro semblante, nos alegran, nos congregan en familia, nos llevan a estar juntos y a reencontrarnos con nuestras viejas amistades. Son un momento para retomar fuerzas e ilusión para los proyectos nuevos que queremos emprender.
Y es que la Virgen saca de nosotros lo mejor. Nos hace sentirnos como hermanos bajo su mirada. Y reconocemos su mano alentando siempre nuestro caminar. Porque, guiados por lo que la Virgen nos demanda, está el verdadero éxito.
Me viene ahora a la memoria la historia de la aparición de la Virgen de Guadalupe en México al indio Juan Diego. Ella le envió ante el Obispo a solicitar la construcción de un templo, pero el Obispo lo despachó desairado y Juan Diego volvió ante la Virgen lamentándose de que él era poca cosa para tal encargo y que tenía que enviar a otro más principal. Puesto que la Virgen le insistió que Ella se había fijado en él, Juan Diego, para evitar encontrarse de nuevo a la Señora, decidió cambiar de camino, pero la Virgen le salió al paso diciéndole: "¿Qué camino es el que ahora has tomado?" "Oye, hijo mío, no se turbe tu corazón. ¿No estoy yo aquí, que soy tu Madre? ¿No soy yo vida y salud? ¿No estás en mi regazo y corres por mi cuenta?"
Por eso, en estas fiestas que con tanta ilusión nos preparan las Camareras, cuando la Mare de Déu del Castell esté pasando por nuestro lado o por delante de nuestras puertas, reconozcamos su voz diciéndonos “Tú estás en mi regazo y corres por mi cuenta” y de nuestro corazón surja sinceramente: Gràcies Mare, sols puc dir-te gràcies.
¡Visca la Mare de Déu del Castell!
¡Visca la nostra Patrona!
¡Visca la Mare de tots!